En el relato El Dinamitero, de R. L. Stevenson, se nos cuenta que el día en el que los caballeros Challoner, Somerset y Desborough se encontraron en el Diván de los Cigarros y se confesaron los tres estar al borde de la ruina, el señor Godall, dueño del establecimiento y bajo cuya figura se escondía el Príncipe Florián, les dijo: “Ustedes, por deficiencias de educación, no sirven para trabajar, pudiendo, en cambio, gobernar una nación.”
¡Gobernar una nación! No parece una deficiencia muy grave.
Y sin embargo… es fácil observar a nuestro alrededor que cuando las organizaciones buscan empleados, socios, colaboradores, o cuando surgen los problemas en el ámbito político, empresarial o social y se buscan soluciones, el grito común es: “¡que vengan los especialistas!”.
En "Amplitud. Por qué los generalistas triunfan en un mundo altamente especializado", de David Epstein, se sostiene en cambio que en un mundo complejo, la táctica de confiar en la experiencia en un solo ámbito no sólo es limitante, sino que puede ser desastrosa.
Si los humanos viviéramos en un mundo de reglas fijas, inmutables y conocidas por todos de antemano, sin duda la hiper especialización sería la herramienta adecuada para afrontar los retos de la existencia. Pero resulta que la vida, los negocios, las relaciones personales y sociales son en realidad un juego de reglas cambiantes, caóticas en muchas ocasiones, difíciles de aislar y permanente influidas por el ecosistema. Cada vez más, se necesita conectar ideas y conceptos que proceden de distintas disciplinas, precisamos de un conocimiento flexible.
Las historias de descubrimientos parecen caminos ordenados de “A” a “B” y son sin duda atractivas porque pintan trayectorias sin incertidumbres, sin otras exigencias que el esfuerzo y la dedicación, sin sorpresas inesperadas. Pero lo que Epstein sostiene en su libro (y demuestra con algunos ejemplos fascinantes) es que no pocas veces aquellos que llegaron a “B” habían pasado primero por “C”, “D”, “E” y en ocasiones hasta por el abecedario completo antes de alcanzar su meta.
Experimentar, fomentar la creatividad y el pensamiento lateral, se hace más difícil cuanto mayor es el peso de la experiencia previa y más centrada está en una actividad recurrente. Al hiper especialista los árboles no le permiten ver el bosque.
Epstein apuesta por el poder de la amplitud, por una amplia experimentación y una tardía especialización como la receta para encontrar el mejor proyecto vital de cada persona y avanzar en el proceso de solucionar problemas complejos de forma colectiva.
Al final, los dadaístas y “El encuentro fortuito de una máquina de coser y un paraguas en una mesa de disección” de Lautremont, quizás no iban tan desencaminados.
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