Muy interesante (e inquietante) el artículo publicado hoy por Enrique Dans en su blog: Reidentificación: identificando personas en bases de datos anónimas.
El asunto es la demostración de cómo a partir de bases de datos supuestamente anonimizadas, es decir, a las que se han eliminado los datos de carácter personal, sí se puede llegar a identificar a una persona física, mucho más cuando datos procedentes de distintas fuentes se cruzan.
El asunto es la demostración de cómo a partir de bases de datos supuestamente anonimizadas, es decir, a las que se han eliminado los datos de carácter personal, sí se puede llegar a identificar a una persona física, mucho más cuando datos procedentes de distintas fuentes se cruzan.
en la práctica, cualquier investigación medianamente seria es capaz de identificar a una persona a partir de la información fragmentaria procedente de ficheros supuestamente anonimizados o de patrones de uso desarrollados en muchas de sus actividades.
(...)
A medida que compartimos más datos y que éstos quedan registrados en más sitios, la necesidad de ser exquisitos en su protección y custodia crece, y la expectativa de privacidad disminuye, sin que parezca existir ninguna solución sencilla: incrementar los requisitos legales en el almacén de la información conduce a hacerla inservible. ¿Signo de los tiempos? ¿Resignación? ¿Generacional? ¿Metáfora de la aldea pequeña? Sin duda, algo sobre cuyas consecuencias no hemos pensado suficiente aún.
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